domingo, enero 01, 2006

El robot que lloraba aceite

No suprimió ningún defecto y
los creó a su imagen y semejanza.
Pronto, el
dolor se extendió
de los humanos hasta sus creaciones.

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

¿Y algún día llorarán saladas lágrimas?

11:54 p. m.  
Blogger lotuyonotienenombre said...

pues qué mal porque el aceite siempre es mejor perderlo que llorarlo.

11:43 p. m.  
Blogger Dedo said...

Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.

Abrir las canillas,
las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma,
la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.

Asistir a los cursos de antropología,
llorando.
Festejar los cumpleaños familiares,
llorando.
Atravesar el África,
llorando.

Llorar como un cacuy,
como un cocodrilo...
si es verdad
que los cacuyes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.


Llorarlo todo,
pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz,
con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo,
por la boca.

Llorar de amor,
de hastío,
de alegría.
Llorar de frac,
de flato, de flacura.
Llorar improvisando,
de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!

Oliverio Girondo

12:58 a. m.  
Blogger el espejo said...

pierden los robots aceite entonces?....uyg.

ciao!!

fantastico.

1:39 a. m.  
Blogger la incursionista said...

Cambia el mundo, avanza hacia un futuro tecnológico plagado de dudas a las que intentan dar respuesta. Pueden llegar a crear nuevos seres y jugar a ser dioses, pero hay cosas que nunca cambiarán: los sentimientos, las emociones, la verdera condición humana. Y si es verdad que algún día los robots llegan a llorar es que la esencia de la vida les da la bienvenida.

4:01 p. m.  

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